Cualquiera que comparta su vida con un perro (o un gato, un cerdo…) sabe que su compañero peludo (o no tan peludo) sueña: mueve las patas como si corriera, las zarpas como si peleara, emite gruñidos… Sin embargo, durante mucho tiempo -de hecho, el primer artículo científico sobre el tema se publicó en 2020- los científicos se han negado a usar la palabra sueño en los animales no humanos, optando por expresiones similares, por ejemplo, experiencias oníricas.
El motivo es que admitir que los animales sueñan lleva implícito, como expresa David M. Peña-Guzmán en este ensayo, el reconocimiento de varias “proezas” que, desde los conductistas del pasado siglo, se han considerado exclusivas de los seres humanos: imaginar, reconocer una existencia propia con deseos y propósitos, etc.
Hay auténtico miedo a considerar a los animales no humanos como criaturas con mente propia porque…
Las pruebas abrumadoras
Hemos convertido a los animales no humanos en “bestias inconscientes”. Y un ser inconsciente no soñaría. El problema es que, en la actualidad, hay tantas pruebas de que no son esas bestias sin consciencia de sí mismas (como muchos desearían) que empieza a ser risible la postura contraria.
El libro se sustenta tanto en pruebas científicas como en postulados filosóficos para hablar del sueño en los animales y todo lo que ello implica. Entre esas pruebas está, por ejemplo, el que muchos animales “ostentan los mismos patrones de actividad motriz y neuronal durante el sueño que se admiten, en general, como indicadores de estar soñando en el caso del ser humano”.
A lo largo de la lectura encontramos varios ejemplos de los sueños, y la imaginación, en animales no humanos: los cambios de coloración observados en pulpos azules (Octopus cyanea) mientras duermen y que, a veces, siguen el mismo patrón y secuencia que se manifiesta cuando cazan cangrejos durante la vigilia; las ratas que imaginan y sueñan con caminos nuevos e inexistentes en su laberinto; o los polluelos de pinzones cebra (Taeniopygia guttata), que, en sueños, reproducen la melodía que están aprendiendo. Me hubieran gustado más ejemplos de este tipo, sin embargo, no es ese el objetivo del libro, y los casos que se mencionan son suficientes para sustentar las tesis del autor e ilustrar al lector.
A continuación, dejo enlazado el video en el que se puede ver a Heidi, una hembra de pulpo azul, soñando, y lo «fácil» que es narrar su sueño a través de su cambio de color.
Lo recomiendo…
A pesar de que dudaría en calificarlo de divulgativo, el libro no es difícil de leer. Lo recomiendo a interesados en el tema de los sueños o en el de la consciencia animal. Y a los no interesados también, porque ¿cómo sacrificar, experimentar o alienar a un ser que tiene miedos y deseos, a un ser que imagina, que sueña?
La muerte, se dice, nos igual a todos. Creo que su hermano pequeño, el sueño, también.
Hola Anabel, ¡que chulo el video! flipas… La verdad es que es un tema muy interesante. No sé si me atrevería a leer un libro entero sobre ello, pero me alegro de conocerlo.
Un besazo
Si en algún momento te animas, seguro que te gusta. Y el video sí, es flipante 🙂
Un beso.
Hola, Anabel. ¡Cuánto tiempo!
Vaya libro más interesante que nos traes. Me interesa especialmente porque me encantan los animales. La última frase es bestial.
Un beso grande,
Ay, seguro, seguro, pero seguro que te gusta. Ya me contarás si al final cae en tus manos 😉
Un beso, yo leo Novela.
Gracias por la información, pero esta vez no me lo voy a llevar.
Un beso.
En otra ocasión quizás 🙂
Un beso, Lady.
El video chulísimo, pero esta vez no creo que me anime. No es lo que suelo leer.
Besotes!!!
Qué pena, a ver si con el próximo de esta temática te pico más 😉
Un beso, Margari.
Hola. Una lectura muy interesante e inusual. El vídeo la verdad que es una pasada. Gracias por la información
Gracias a ti por pasarte, No solo leo 🙂
Un beso.
Es una realidad innegable, las evidencias saltan a la vista de cualquiera, siempre lo he pensado. Lo que no me había parado a pensar es que fuese una verdad incómoda para algunos. No puedo con la injusticia, con la tortura y la esclavitud de los animales. Es incomprensible que en la actualidad se sigan permitiendo conductas tan crueles, y que, lo peor de todo, sean actos amparados por la ley. Cuánto atraso, cuánto por luchar todavía… Estupenda reseña, me gustó esa expresión: «animales no humanos».
Un beso 😉
Sí, y cada vez hay más pruebas científicas de que los animales, humanos o no, somos iguales en lo esencial, y en lo no esencial también.
Este libro, sobre el acto de soñar, es una buena prueba.
Un beso, Ray.
Hola, Anabel. Que los animales sueñan lo sabía pero así por encima. Lo cierto es que no tengo demasiada pasión por los animales aunque estoy completamente en contra de cualquier tipo de maltrato hacia ellos. Máximo respeto. Pero me parece muy buena idea el libro de regalo para un amante de animales.
Besos
Es un libro muy interesante desde muchos puntos de vistas. En mi caso, tenía tan asumido el sueño de los animales que todavía me cuesta creer que el primer estudio usando esa palabra sea del 2020…
Un beso, Norah.