La última propuesta de la iniciativa Lecturas junto al fuego ha sido esta novela de la cubana Elaine Vilar Madruga.
En El cielo de la selva conocemos a varias personas que habitan dentro de los límites de una hacienda escondida en lo más profundo de la selva: un hombre llamado Lázaro, una mujer llamada Santa, niños de diferentes edades (hijos de Lázaro y Santa), la madre de Santa y una perra. Parecería una familia, pero no lo es, es algo para lo que no hay nombre: Santa es una mujer que solo pare por obligación; los niños son futuros sacrificios al dios hambriento que es la selva; la vieja es una mujer arruinada; y la perra… no es una perra.

El horror de la maternidad impuesta y de los muertos en la selva
Elaine crea una fábula que nos habla, a través de una serie de metáforas, y sin cerrar la puerta a que lo que sucede sea una locura colectiva, de temas tan brutales como el abuso de la mujer y la imposición de la maternidad; de hecho, la fábula empieza con la cita de la Medea de Eurípides: «… más quisiera yo embrazar tres veces el escudo que parir una sola».
Tampoco quiere la autora que olvidemos el horror de los asesinados y de los abandonados en la selva: quizá por narcos, quizá por militares, quizá por madres apaleadas por la vida…
El cielo de la selva sacude el cuerpo sobre todo por el estilo elegido: crudo, rudo y áspero, con palabras y frases tan incómodas como aquello que está contando. Un estilo que logró que la narración me resultara tan excesiva y desagradable que estuve a punto de abandonar (no lo hice gracias a mi compi de lectura, Margari del blog Mis lecturas y más cositas). Incluso acabé con la sensación de que las 352 páginas de libro eran demasiadas y la historia se volvía repetitiva.
Resumiendo…
Si bien aprecio la labor de la autora, no he disfrutado de esta metáfora con una selva hambrienta de carne humana, con mujeres que son úteros y deben parir para sus dioses (o para su sociedad), con niños abandonados, con asesinados que son humus para la tierra… No ha sido un viaje grato.
Nota: Tanto la imagen de portada como la utilizada en la cabecera de la entrada son imágenes de Lava Editorial y Aleix Serra



Nos ayudamos mutuamente para terminarla. Si no hubiera sido por el lenguaje, creo que la hubiéramos disfrutado más. Aunque también a lo mejor pretendía eso, incomodar. Con todo, al final logré disfrutarla un poco. Desde luego no es una lectura que deje indiferente.
Besotes!!!
Uf, seguramente fue sobre todo el lenguaje, aunque también tiraba por caminos un tanto alejados de mi zona de confort. La verdad es que sin tu ayuda hubiera abandonado, pero comentándola contigo (y con el chupito y el café jejejeje) al final no me supo tan mal. ¡Muchas gracias, Margari, sin ti de esta no salgo! 🫣 😘
Beso grande.
Hola, Anabel.
Me llamaba la atención el libro porque esos cultos raros me atraen. Pero demasiado duro para mí. No me importa el miedo y pasar un poco de mal rato pero si me están atizando constantemente con esa brutalidad, yo sí que cierro el libro.
Creo que no es necesario abusar tanto de la sensibilidad del lector para impresionarle.
Uno menos para mí.
Besotes
Es más duro por los temas que trata y por el estilo que usa la autora que por la exposición de dichos temas. En realidad, creo que quizá a ti sí podría gustarte, aunque no estoy segura. En Goodreads tiene muy buenas opiniones, échale un ojo a otras opiniones y reseñas antes de descartarla.
Besazo, Norah.
Hola guapísima, este tenía clarísimo que no iba con mi estilo. No me gusta nada la brutalidad en las novelas, ni con los niños ni con los animales, y veo que no iba desencaminada.
Me alegro de que pudieras terminarlo.
Un besazo
Hay alguna escena fuertecita en ese sentido, pero sobre todo es el estilo del autora. De todas formas, no, este libro no es para ti seguro.
Un beso grande, Nitocris.
Hola, Anabel.
Me da que no es un libro para mí. No creo que lo disfrute por lo mismo que tú has comentado. Así que, descartado.
Un beso grande.
Tampoco creo que disfrutaras especialmente de la lectura; aunque el trabajo de la autora se nota, no es para todo el mundo, al menos esa es mi opinión.
Besazo, Natalia.