La bruja de Ravensworth transcurre en la época de la Segunda Cruzada y nos cuenta la historia del barón de La Braunch, un hombre dispuesto a cualquier cosa con tal de obtener riquezas y placeres sensuales. Cuando la bruja del páramo de Ravensworth se cuela en la boda entre el barón y una rica mujer a la que este no ama, y proclama una funesta sentencia, La Braunch empezará a pensar en la bruja como un medio para alcanzar sus más caros deseos.
La bruja de Ravensworth es una novela de terror gótico con aire de cuento oscuro, a la que no le falta esa moraleja indispensable en este tipo de historias. Esta moraleja es bastante evidente a lo largo de la narración, y advierte contra la ambición desmedida de poder y riquezas, ya que no son artículos que traigan felicidad y paz, y exigen un alto precio.
Un final sorprendente y una bruja clásica y malvada
Un punto fuerte del libro es la ambientación: si bien a día de hoy es difícil sentir miedo con esta lectura, no es menos cierto que el autor logra trasmitir una atmósfera oscura y trágica. El ritmo es ágil y no hay largas descripciones, lo que unido a unos capítulos cortos hace que sea muy difícil parar de leer hasta llegar al final, sorprendente y teatral. Este desenlace será, probablemente, un punto controvertido que a algunos les gustará (me incluyo) y a otros les decepcionará.
La traducción se nota muy trabajada, y la introducción es muy interesante, pero recomendaría leerla tras acabar la novela, ya que revela la sorpresa final, así como varios momentos importantes de la historia. Entre los aspectos que la introducción menciona están, por ejemplo, al bagaje teatral del autor (algo que se nota especialmente en la sorpresa final) y el hecho de que la novela es uno de los pocos libros de terror gótico en el que aparece la figura de la bruja, algo que suele pasar desapercibido incluso para los que amamos el gótico clásico.
Para mí, precisamente, ha sido la bruja, sus apariciones y sentencias, lo mejor de la novela. Descrita como una bruja malvada con todos los atributos clásicos, entre los que no faltan la fealdad en el rostro, el indispensable caldero, una vivienda solitaria y sucia, y otros rasgos perversos, como un ansia infanticida y caníbal.
-Sí, bruja.
-No son dones del infierno.
Un libro que se disfrutará mucho si tenemos en cuenta la época en que fue escrito (1808, con una revisión del autor en 1842) y nos dejamos llevar por la atmósfera.
Hola guapísima, lo tengo hace mogollón en el kindle. Espero que caiga el año que viene. Me llama mucho la atención.
Me gusta eso que comentas del final, a ver si coincido contigo.
Espero no olvidar leer la introducción al final, jeje…
Un besazo
Sí, no te olvides de dejar la introducción para el final, o te chafará el final 🙂
A ver qué me cuentas cuando lo leas 🙂
Un beso, Nitocris.
Qué gran descubrimiento. A la lista que va.
Un beso y feliz semana.
Me alegra habértelo descubierto, a ver si resulta un buen descubrimiento ajajjaa
Un beso, Rocío.
Cómo me tientas con este libro!
Besotes!!!
Jajjaja Es que engrosar la lista de pendientes me encanta jajaja
Un beso.
Hola Anabel!! Totalmente de acuerdo contigo, me ocurrió igual que a ti cuando leí esta novela. ¡Genial reseña ! Besos!!
Gracias, Ana. Es una lectura que disfrutamos mucho quienes gustamos del gótico 🙂 Me alegra saber que coincidimos respecto al final.
Besos.
Hola, Anabel.
Hace tiempo se juntaron por los blogs varias reseñas de este libro. Todos hablaban del final y la lié porque me leí el final. Me podía la curiosidad y por el resto no me llamaba tanto la atención así que me quedé con eso. Pero ya no me acuerdo así que podría darle una oportunidad, me gusta oscuro y gótico.
Besos
Ains, si te has leído el final no sé si decirte que lo leas: para mí gran parte del encanto es la bruja y si ya sabes como acaba… Bueno, si al final te animas, ya me contarás.
Un beso, Norah.