Drácula. Bram Stoker

El conde Drácula es sinónimo de vampiro desde que Bram Stoker le dio vida, hecho que ya nos habla de la genialidad de la obra, última propuesta de la iniciativa Lecturas junto al fuego  (aprovecho para daros las gracias a todas las que habéis participado en la lectura conjunta, nos lo hemos pasado genial) 🙂

Puesto que se han escrito tesis doctorales sobre Drácula y se cuentan por decenas (o cientos) los libros que lo estudian, me limitaré a daros mi opinión y contaros alguna curiosidad. Aviso: hay comentarios sobre personajes y escenas que pueden considerarse spoilers. Dicho lo cual…

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Vampiros

El mito del vampiro tiene raíces muy antiguas, tanto que podemos rastrearlas hasta las lamias griegas, e incluso más allá en el tiempo. Se piensa que la explicación racional sobre su origen, además de en el evidente miedo a la muerte y el deseo de inmortalidad del ser humano, hay que buscarla en la fascinación por la sangre (símbolo de vida y cuya perdida es sinónimo de muerte) y, probablemente, en algunas enfermedades como la porfiria (que da sensibilidad a la luz), las epidemias (que solían afectar a los miembros y allegados del primer infectado), el fenómeno de la saponificación en los cadáveres y el terrible error de personas enterradas vivas.

En cuanto a Drácula (publicada en 1897), hay dos obras vampíricas en las que casi sin ninguna duda se inspiró Stoker: Carmilla de Le Fanu (1872) y El vampiro de Polidori (1816). Estas dos historias iniciaron con poderío el tema del vampiro, pero fue Stoker quien asentó para siempre las características clásicas del monstruo: un noble inteligente, de largos colmillos, que no come ni bebe en público; un señor de la noche que teme al ajo, a los símbolos religiosos católicos, que carece de reflejo y que puede transformarse en otras criaturas. También es cierto que algunos rasgos que se describen en la novela de Stoker no parece que tuvieran mucho éxito, y fueron más o menos olvidados (si bien algunos han sido recuperados parcialmente): por ejemplo, el poder que tiene una rosa puesta sobre el ataúd de un vampiro para encerrar a este, o el hecho de que el vampiro pueda caminar tranquilamente durante el día, aunque despojado de gran parte de sus poderes.

De la novela

La novela está escrita de forma muy original, a modo epistolar, pero usando distintos recursos para armar un relato sólido y consistente: los diarios de varios personajes, que estos llevan de maneras diversas (desde taquigráficamente hasta en formato sonoro), recortes de periódicos, telegramas, cartas…

No todo el mundo habla bien de ella: para unos es lenta, para otros, pobre, y, para otros, la prosa de Stoker es muy mejorable. Muchos son los que dicen que solo merece la pena la narración del principio, la del diario de Jonathan Haker, cuando el joven abogado es retenido en el castillo de Drácula. En mi opinión, sí, esta es la mejor parte, con una atmósfera inquietante, claustrofóbica, gótica, aterradora, angustiante… definitivamente magistral. Sin embargo, también es notable la narración del asedio a Lucy o el modo en que se describe y representa la locura de Renfield.

Es cierto que a Drácula se le pueden reprochar algunos aspectos, como la muy nombrada maniquea contraposición entre luz y oscuridad, sin ningún matiz intermedio (el villano no tiene un atisbo de piedad, y los héroes son intachables, ni la menor flaqueza se adivina en su carácter). Para mí, lo más flojo de la novela sería el último tercio, cuando empiezan a pesar las acciones ilógicas de los protagonistas, demasiado forzadas e increíbles, y la extenuante nobleza de estos, que llega a cansar.

El villano

Si la ambientación, misteriosa y angustiante, es algo a destacar (sobre todo al inicio) otro de los logros del escritor irlandés es el antagonista, el conde Drácula: un villano pleno, sin sombra de amor ni compasión; no encontraremos aquí al vampiro enamorado, capaz de cruzar océanos de tiempo, como el de la maravillosa adaptación a la gran pantalla de Coppola. El conde de Stoker es cruel, astuto y vengativo.

El personaje de Drácula es tan magnético y poderoso que su presencia se siente en cada momento, incluso una vez superado el relato de Harker de los Cárpatos, cuando el conde se ausenta del primer plano de la novela y es representado solo a través de las vivencias de los otros personajes: no se le ve, no se le oye, solo se le vislumbra en un perro, en una silueta, en un murciélago, en una niebla, nada más… ¡Pero cuánto terror produce su sombra!

La heroína

Puesto que los héroes masculinos son un poco… aburridos, solo unos apuntes de nuestra principal protagonista femenina, mucho más compleja y atractiva, y que representa en algunos puntos a la «Nueva Mujer» del siglo XIX.

Mina es curiosa, inteligente, valiente y, sin ninguna duda, la mejor de todo el grupo de cazavampiros: piensa, recopila, escribe, hace conexiones lógicas y solo a causa de sus sugerencias se logra atrapar al conde. Pero es un personaje tratado con ambigüedad, porque, si bien en algunas ocasiones parece que Stoker quiere darle alas, al final parece que decide cortárselas: a pesar de resolver muchos problemas con su claridad de pensamiento, es, por su condición de mujer, expulsada de las reuniones y mandada a dormir, punto del que Mina -y supongo que con ella Stoker- se ríe; el mejor cumplido que le dedica Van Helsing es el de atribuirle «cerebro de hombre», sin darse cuenta que ninguno de los cuatro cerebros masculinos había encontrado solución a los problemas. En fin, sobre esto se podría hablar horas y horas…

Temas

Son numerosos los temas que encontramos en la novela, y solo nombraré alguno. Puede que los principales sean la lucha del bien contra el mal y el miedo a la muerte (como ya comenté anteriormente), pero hay muchos más:

–La locura y las enfermedades mentales: no solo a través de Renfield, sino también de otros personajes (como Harker) que se ven sometidos a una tensión tal que llegan incluso a dudar de su cordura o sufrir crisis psicológicas.

-La ciencia contra la superstición o la racionalidad contra lo mágico: la ciencia y el conocimiento que estaba en expansión en el momento en que fue escrita la novela aparecen encarnados en numerosos elementos, como la taquigrafía, el «especial» diario del doctor Seward… Sin embargo, la nueva luz que trae consigo la ciencia se revela insuficiente (e incluso perjudicial) para acabar con el monstruo que ha llegado a Londres. Los conocimientos antiguos y el folclore popular serán la única fuente que pueda acabar con el mal. Con ello, parece que Stoker parece imponer un límite al conocimiento y a la sanación que la ciencia puede aportar.

Como ya he dicho, hay otros muchos temas (el de la contraposición occidente y oriente, el del extranjero, el de la amistad…), pero yo destacaría el de la sexualidad contenida en la obra: el mordisco del vampiro que se describe como algo orgásmico; la escena de las tres vampiras con Harker; incluso, para muchos, la frase del conde, refiriéndose a Harker, «Este hombre es mío». Una cuestión compleja y muy estudiada.

Curiosidades

• El nombre que inicialmente había pensado Stoker para su vampiro era el de conde Wampyr. Stoker se encuentra por primera vez con el nombre de Drácula en un libro de la biblioteca pública de Whitby en 1890 (podéis leer más sobre este hecho en La sangre de los libros de Santiago Posteguillo), y rápidamente decide cambiarlo.

• Stoker nunca visitó Transilvania ni Rumanía, pero se documentó extensamente sobre esos territorios.

• Drácula tuvo un «primer capítulo», conocido como El invitado de Drácula, que no se incluyó en la novela original de 1897. Este fue publicado posteriormente, tras la muerte de Stoker, en una recopilación titulada El invitado de Drácula y otras historias de terror. Tradicionalmente, se ha dicho que se trata de un capítulo que los editores decidieron eliminar de la novela por superfluo, pero en la actualidad las pruebas apuntan a que fue el mismo Stoker quien lo eliminó de sus borradores antes de entregar la versión final.

• Hace poco he descubierto (aunque no he podido confirmarlo al cien por cien) que con Lucy Westenra se habla por primera vez en la literatura del sonambulismo hereditario.

• Lucy sufre cuatro transfusiones de cuatro donantes diferentes. A día de hoy es algo que nos asombra: ¡¿cómo es posible que no le diera un colapso a esta mujer si no comprobaban el grupo sanguíneo?! Pero hay que tener en cuenta que Drácula se publicó en 1897 y los grupos sanguíneos no fueron descubiertos por Landsteiner hasta principios del siglo XX, algo que le valió a este el Premio Nobel. Hasta entonces los médicos no conocían el motivo por el que en algunos casos fracasaban las transfusiones. A día de hoy, de todas formas, podemos dar varias explicaciones a por qué Lucy sobrevive a esas cuatro transfusiones hechas al azar: yo he optado por aplicar el principio de parsimonia y apuesto a que su grupo sanguíneo es AB+ 🙂

Resumiendo…

Drácula es una gran novela de terror y misterio, con una atmósfera gótica y opresiva, que nos regala a uno de los mejores villanos de la literatura, que asienta el arquetipo del vampiro que reinará durante muchas décadas (y que nunca llegará a morir) y en la que se puede hallar mucho simbolismo. Puede que no sea perfecta en todos los aspectos, pero merece la pena leerla al menos una vez en la vida.